Para evitar la corrupción

Artículos

Para evitar la corrupción 


Aunque si bien la piedra angular en el combate a la corrupción es la determinación de cada uno de los individuos de la sociedad de conducirse con honestidad en cada uno de los hechos y actos de la vida diaria; son la participación de la sociedad civil para evitarla y el ejemplo y la sanción cuando se infringen las leyes, las tres herramientas que nos predisponen y dan lugar a conductas de respeto a los demás, a sus bienes y al Estado mismo.
Para evitar la corrupción 
 

Juan Roberto Zavala

Aunque si bien la piedra angular en el combate a la corrupción es la determinación de cada uno de los individuos de la sociedad de conducirse con honestidad en cada uno de los hechos y actos de la vida diaria; son la participación de la sociedad civil para evitarla y el ejemplo y la sanción cuando se infringen las leyes, las tres herramientas que nos predisponen y dan lugar a conductas de respeto a los demás, a sus bienes y al Estado mismo.

La de mayor importancia, en cuanto a la función pública,  es la participación abierta y decidida de la sociedad civil en esta lucha, mediante la exigencia de verdadera trasparencia y real rendición de cuentas, lo que  evita la comisión de actos de corrupción.
 
La transparencia, es decir, el tener a disposición de todo individuo la información veraz, clara y detallada de cada una de las decisiones, acciones u omisiones de los funcionarios públicos, en ejercicio de sus funciones, debe ser una de las exigencias diarias de los ciudadanos para evitar la corrupción  y con ello llegar  a una relación de confianza entre gobernantes y gobernados.
 
Esta exigencia debe complementarse con la rendición de cuentas, que no es otra cosa que la explicación y justificación de cada una de las acciones u omisiones de los funcionarios y de los resultados de las mismas, para ser sujetas al escrutinio público.
 
Con estos dos logros los mexicanos tendríamos funcionarios públicos más honestos, más cuidadosos de sus decisiones y más responsables de sus actos, lo que se traduce en un mejor gobierno.

Esta participación ha dado lugar en algunos países, como Nueva Zelanda, Dinamarca y  Finlandia, a un modo de vida y a una organización política  y social con  alta responsabilidad  y casi libre de corrupción. Todo dentro de un marco de respeto a los derechos humanos, es decir el reconocimiento a la dignidad del hombre, independientemente de edad, color, sexo, religión , nacionalidad , opinión y posición política;  pero  siempre buscando una mejor y más uniforme calidad de vida para todos.

Por eso, en ellos  los ciudadanos conocen con claridad y confían en las decisiones públicas y en los procedimientos de sus gobiernos para operarlas, pues cuentan y ejercen, con amplitud, el derecho a la información pública y han logrado un verdadero sistema de rendición de cuentas.

Esto es lo que nuestro país necesita. La confianza en nuestras instituciones; confianza cimentada en evidencias de verdadera democracia, de transparencia y de una real rendición de cuentas.

EL  EJEMPLO
Es el ejemplo la huella más profunda que dejan los padres a sus hijos y lo que éstos, como estímulo, repetirán, en muchas ocasiones, a lo largo de su vida.

Si en el seno familiar el padre o la madre se conducen con honestidad y actúan con justicia,  respetando a los demás en su libertad y patrimonio; en la mayor parte de los casos los hijos repetirán esta conducta.

Sin embargo, hoy en día , es triste decirlo, en los países de Latinoamérica y especialmente en el nuestro, en el sector público  frecuentemente  se da lo contrario, pues los padres no solo corrompen a sus hijos con el ejemplo, sino que los invitan y enseñan a disponer en su provecho y de la familia, del erario público, mediante transacciones que les dejan desde pequeñas hasta enormes ganancias.

Esto se inicia con pequeñas  operaciones,  como disponer en beneficio de los hijos y de la esposa de las dotaciones oficiales de gasolina o decirles que pidan facturas de las comidas que hacen en restaurantes, con sus amigos o familiares y que las cobren en la tesorería o dirección administrativa de la dependencia.

El siguiente paso es enseñarles a buscar proveedores para la dependencia, a los que se les pide un porcentaje, mediante el incremento indebido del precio o la reducción de la calidad o a presentar, a nombre de “empresas amigas”,  proyectos sin valor alguno y pasar facturas por ellos.

Estas prácticas y muchas otras que se realizan en el sector público con participación de padres e hijos, como construcción de puentes, carreteras, hospitales, escuelas, etc. y compra de toda clase de materiales y servicios como medicinas, libros, escritorios, sillas, vehículos terrestres, aéreos y anfibios, aparatos de sonido, papelería, fumigaciones, impermeabilización, etc., no solo dañan el patrimonio público, sino que inciden, a través de las generaciones, en el incremento de la corrupción.
De ahí la importancia de tener, en todo momento, un comportamiento individual honesto, ético, especialmente en el seno familiar, pues el ejemplo es el mejor antídoto  y después con los demás miembros de la sociedad y  también que nuestra conducta  corresponda a las ideas y consejos que damos a quienes nos rodean.

LA SANCIÓN
En nuestro país, México, la sanción o pena es un recurso casi no utilizado frente a la comisión de actos delictivos cometidos en el ejercicio de la función pública, que ocasionan daño al patrimonio del Estado o a los derechos y bienes de los individuos o de la sociedad.

Esto, a pesar de que hoy en día las sanciones se han “humanizado” y se rigen por el principio de proporcionalidad entre el tamaño del delito y la pena que se debe imponer.

Como la impunidad campea a lo largo y ancho del país, en los tres niveles de gobierno y parte del sector privado, las leyes que podemos llamar anticorrupción ( Ley para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, Transparencia, Ley Anticorrupción en Contrataciones Públicas, etc.) regularmente no se aplican y por tanto ni siquiera neutralizan, por temor a  la sanción, las conductas delictivas de los funcionarios públicos.

Debemos entonces, como un medio de control social, aplicar la ley con exactitud, es decir en su justa dimensión, haciendo responsables a quienes así se conduzcan.

Ejemplo de lo efectivo que resulta  su aplicación es el caso de Singapur;  ejemplo que bajo ninguna circunstancia se debe replicar  en nuestro país, pues manejado de esa manera facilitaría  la violación de los derechos humanos, ya que  de acuerdo a un informe  del Instituto de Derechos Humanos de la International BahrAssociation “Singapur se queda muy corta en lo que respecta a los derechos humanos, especialmente con sus graves limitaciones a las libertades de expresión, asamblea y de independencia del poder judicial”
El caso es el siguiente.  Para 1960 este país Asiático tenía los problemas propios del subdesarrollo, bajos niveles educativos, pobreza, elevado índice de desempleo, baja renta per cápita , desigualdades económicas entre sus habitantes, así como una fuerte corrupción que ahogaba la vida pública y llegó a tener uno de los más altos índices de criminalidad, especialmente en homicidios, tráfico de drogas y abuso de las mujeres.

Fue  bajo el gobierno de Lee Kuan Yen y especialmente a partir de 1965 cuando se inició un fuerte cambio en la economía de Singapur que lo han llevado a ser uno de los países más ricos y desarrollados del mundo y actualmente es el tercer país con mayor renta per cápita , además de ocupar  los primeros lugares en las listas internacionales de educación, salud y competitividad económica.

Paralelamente se inició un fuerte combate a la corrupción y a la delincuencia , con la aplicación de severas penas, incluidas la de trabajos forzados  y muerte, publicación de los nombres de los delincuentes y de los funcionarios corruptos y se televisaron lo juicios penales ; campaña que se recrudeció en 2004 con la llegada al poder de Lee HsienLoong, hijo de Lee Kuan Yen.

Con estas medidas y la elevación de los niveles educativos de la población, además de los cambios estructurales en su economía, se logró un cambio de conducta de los ciudadanos  y hoy en día Singapur tiene uno de los índices más bajos de criminalidad  y desde hace varios años se coloca, de acuerdo al Índice de Corrupción de Transparencia Internacional,  entre los primeros ocho países con menor índice de corrupción.