Sobre el acoso escolar

Artículos

Sobre el acoso escolar

La muerte, la semana pasada, de la joven argentina Naira Ayelén Cofreces, de 17 años, después de recibir una golpiza,  a puños y puntapiés,  de sus compañeras de aula en la Escuela Secundaria Número 5,  de la localidad Junin, en Buenos Aires, nos recuerda que el acoso escolar (bullying en inglés) sigue siendo una constante en muchos países;  

Sobre el acoso escolar

Juan Roberto Zavala.
 

La muerte, la semana pasada, de la joven argentina Naira Ayelén Cofreces, de 17 años, después de recibir una golpiza,  a puños y puntapiés,  de sus compañeras de aula en la Escuela Secundaria Número 5,  de la localidad Junin, en Buenos Aires, nos recuerda que el acoso escolar (bullying en inglés) sigue siendo una constante en muchos países;  así como la necesidad de combatir y prevenir este maltrato físico, psicológico o verbal, en los centros escolares.

Esta agresión, que terminó con la vida de Naira, se dio a las puertas de la escuela, donde la aguardaban dos de sus compañeras y otra que no pertenecía a ese centro escolar y después de “molerla a golpes” fue rescatada por las autoridades de la institución, quienes la trasladaron a un hospital, donde durante tres días permaneció en terapia intensiva, hasta que falleció.

Las causas de la agresión todavía no están muy claras, aunque algunos de sus compañeros han dicho,  según versiones periodísticas, que en el colegio circula la versión de que el “detonante” pudo haber sido “porque se hacían las lindas”.

Aunque los expertos aseguran que los casos de acoso escolar se dan en todos los niveles socioeconómicos y especialmente entre niños de seis a doce años, llamándole cyberbulling cuando  excede de esa edad, la realidad es que también  los alumnos de secundaria y preparatoria sufren esta problemática y con ella la posibilidad de que se formen una imagen negativa de sí mismos, además de padecer lo que se llaman síntomas de estrés postraumático, como miedo, ansiedad y pesadillas.

Además, como los niños y adolescentes intimidados o víctimas del acoso escolar están más expuestos a síntomas depresivos, en casos extremos puede llevarlos a ideas de suicidio.

Se sabe, por su parte, que los acosadores, en una buena parte de los casos, al amedrentar o someter a las víctimas satisfacen una necesidad de dominar o agredir y paralelamente buscan la atención y el reconocimiento de los demás, que normalmente no tienen en sus familias y cuando son detectados acusan a la víctima de ser un niño difícil, insociable y con  espíritu de superioridad, es decir, merecedor del hostigamiento.

Es muy importante, entonces, que la sociedad en general, y los maestros y autoridades de las instituciones educativas pongan atención, no sólo en los patios y en las entradas y salidas de las escuelas, para hacer de ellas lugares libres de este flagelo, sino en el entorno familiar de los alumnos, promoviendo valores, actitudes y comportamientos que nos lleven al respeto, la paz y la solidaridad.

Esto, porque la violencia dentro del hogar no solo destruye la armonía, la solidaridad y el amor, sino que facilita la agresividad fuera del contexto familiar y posibilita conductas delictivas. Algunas encuestas nos dicen que tres de cada diez acosadores en la escuela se convierten en delincuentes.

Aunque si bien los padres de familia y los maestros debemos ayudar a los niños y a los adolescentes a reconocer los valores que tienen en sí mismos y a respetar a los demás, debemos recordar también que la sobreprotección dificulta el desarrollo y autonomía de los hijos, lo que disminuye la posibilidad de establecer relaciones de igualdad con los demás y con ello la capacidad emocional para resolver conflictos.

Es de mencionar, también, que uno de los más importantes aliados del acoso escolar es el silencio, pues muchos niños y jóvenes  no han aprendido a comunicar sus emociones y no tienen la confianza para informar a sus padres, profesores u otros adultos, cuando están siendo intimidados o agredidos físicamente.

Para combatir esta abuso es necesaria, entonces, una movilización general de la sociedad, a través de la radio, la televisión y las redes sociales, donde participen padres de familia, maestros, profesionistas, artistas, deportistas y estudiantes, difundiendo mensajes de respeto, convivencia pacífica y solidaridad; tanto a los acosados, como a los agresores.

De esta manera tal vez podamos deslegitimar la violencia y con ello reducir los niveles de acoso escolar.