Matusalén y el hastío
Aquella tarde, cuando Matusalén llegó a su casa, casi al ponerse el sol, sintiéndose agotado, se desvistió lentamente y se acostó sobre su cama. El cansancio, ya crónico, no sólo le producía una enorme fatiga al menor esfuerzo, sino que también lo hacía olvidar cosas sencillas, y lo obligaba a recordar, con nostalgia, pasajes importantes de su vida y a reflexionar sobre su propia existencia.
Ese día pensó que Adán, su bisabuelo, el primer hombre sobre la Tierra, había vivido 930 años, y había perdido la oportunidad, y con él toda la humanidad, de vivir eternamente, y con felicidad, en el paraíso. Y trajo a la memoria a Set, su abuelo, a quien alcanzó a conocer y a querer, pues vivió 912 años, y a su padre Enoc, a quien siempre admiró por su rectitud y religiosidad.
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